Mientras estaba ahí sentado, frente a su ventana, miraba hacia el horizonte. La vista era increíble pues se encontraba en un piso alto. Esperaba poder ver algo como un árbol o algún pájaro, pero afuera no había nada parecido.
Que tristeza... pensar que había reservado ese momento durante varios años, esperaba poder estar en ese preciso lugar donde recordaba que había un paisaje hermoso. Lo había visto antes, claro está, pero no podía entender porque no estaba allí en ese momento.
Todo lo que vio fue gris. Un edificio alto tapaba la vista de la puesta de sol perfecta que esperaba ver, más a la derecha había un horrible centro comercial.
Suspiró... sentía una profunda decepción... "ya no quedará nada más que marcharse" pensó para si justo antes voltearse y salir por la puerta de la habitación. Una habitación que ya ni siquiera era la suya, ahora pertenecía a una adorable señora que le había dejado pasar a su casa a recordar los momentos vividos allí en el pasado.
Qué días aquellos...
La prisión le robó esos días. Su vida completa terminó en el momento en que el juez pronunció la palabra "culpable". La sangre de sus manos no sería borrada sin embargo con haber sido encontrado culpable, el asesinato cometido quedó en su piel y el tiempo en la cárcel no hizo sino acrecentar su melancolía, su arrepentimiento perpetuo, su dolor más largo que cualquier condena.
Y buscó el consuelo de una puesta de sol que ya conocía y que creía era suya. Pero ya ni siquiera eso tenía.
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