miércoles, 12 de octubre de 2011

Avanza, temerosa, temeraria

Así como cuando suena el timbre, y eres un niño pequeño... tienes miedo de contestar.
Es el estado emocional en el que me encuentro. Vulnerable, en el frío y en soledad, lista para ser atacada en mi propia casa por un delincuente que ha visto salir a mis padres.
Pero contestar... no es abrir la puerta. Contestar es ver quien está afuera esperando, ver si le conoces, decidir si abrir la puerta.

Si no la abres no pasa nada. Pero como niño no lo comprendes sino hasta que creces. Y aun así.. aunque ya no tema abrir la puerta de mi casa cuando estoy sola, si temo abrir la puerta metafórica que hoy represento aquí, por escrito. Torpemente, porque no conozco otra manera de expresarme.

Sin nadie que me aconseje, sin nadie que mire quien está afuera por mi, no me queda más que armarme de valor y empezar a preguntar quien es. Empezar a separar la gente buena de la mala y decidir finalmente a quien abriré la puerta. Pero esto no viene gratis. Debo pagar el precio que paga todo ser humano por vivir. Sufriré, una y otra vez, cada vez, porque a veces fallaré. Dejaré entrar por la puerta a alguien que no merecía mi confianza. Entrará y tomará todo lo que encuentre a su paso y se marchará dejando a la niña pequeña asustada, llorando y con su pequeño ego herido por no haber sabido defender su casa de un desconocido que ella creyó conocido.

Confiar... no, nunca más, jamás! quizás... eventualmente. Ahora? no me atreveré. Miedo, paralizante terror al fracaso, al sufrir, a seguir siendo igual de ingenua.

Punto de no retorno. Desde aquí.

Eli... no sufrirás más por causas que no sean propias tuyas. Nadie tendrá derecho a hacerte daño, excepto tu misma. El miedo pasará, aprenderás... crecerás. Serás la mujer que siempre has querido ser, ya estas a un paso de serlo. Paciencia que ese último elemento de paz llegará, pero no sufras más por causas ajenas a tu mismo dolor interno, intrínseco e inevitable, inherente a ti, ese que no te ha abandonado en ningún momento de tu vida. Ese dolor que te es familiar desde muy pequeña, ese que te ha hecho una mujer fuerte, valiente, persistente. Porque rendirse no es una opción, porque el miedo no puede hacer otra cosa más que empujarte a avanzar! a ver lo que hay más allá de donde tienes miedo de cruzar.

Lo conseguiremos. Seguro que sí.

domingo, 2 de octubre de 2011

Y bueno, esto es simple. Todo cambió, se dio un giro, una vueltota enorme. La vida me pone una dirección difícil de seguir. Estoy miles de millas-náuticas alejada de la que era mi realidad hace un mes (si, apenas eso), me mareo de sólo pensar en cuantas cosas han pasado y cuantas más están aún por venir.

Pero piensa, soy la mujer más feliz que puedo ser. Es imposible conseguir el equilibrio completo, siempre habrá algo desbalanceado y no seré yo la primera en conseguir dicho equilibrio. Sí, tengo un kilo de problemas en la mochila; sí, a veces siento que estoy sola; sí, me falta el tiempo para salir con amigos; sí, mi familia y yo no nos llevamos tan bien.
Ahora... Miro a lo que si tengo. Un trabajo en la carrera que estudié, un puñadito de amigos que comprenden que no puedo salir tanto con ellos y esperan que tenga tiempo para vernos, una casa, abrigo y comida, mi banda, mi voz, las cosas que con mi propio trabajo he podido comprar.

La vida es buena y no lo cuestiono ni por un segundo. Sólo... a ratos, pienso o ¿siento? no lo sé. Es como la certeza de la incertidumbre de conseguir el éxito, la duda sobre si lograré ganar esta partida o simplemente me toca perder de nuevo. Inevitable, totalmente inevitable pensar en que fracasaré. Y claro, si me falta el apoyo de  alguien fundamental, alguien que incluso me atrevería a decir, no quiere que yo logre lo que me he propuesto. Porque si yo consigo todo lo que me he propuesto para este año significará que no estoy tan equivocada en el camino que he tomado, por el contrario, si fracaso... le daré la razón y ella podrá decirme a la cara "te lo dije". No es agradable.

Resumiendo, con o sin apoyo... seguiré con la ruta planificada. Lograré lo que me he propuesto hacer. Te lo restregaré en la cara... si, sé que no es lo más honorable. Pero piensa que mi inseguridad es por esa falta de apoyo, porque siempre soy yo la que recibe menos de ti y siempre me exiges más y más... quieres perfección. Noticias para ti, no soy perfecta, tampoco tú lo eres. No soy igual a ti... soy una mujer distinta y como tal debes intentar aceptarme como soy.

Se vienen los días turbulentos. El cruce de cordillera comienza pronto y debo prepararme para controlar mi vuelo. Sigo alejándome de esa realidad mía, que poco a poco se enajena lo suficiente para quedarse atrás. Sigo caminando en una ruta en que la experiencia pasada me hace evitar caer en un patrón circular que tiende a repetirse vez tras vez... el ciclo infinito, ese que me hace cometer los mismos errores, no poner atención... todas esas mierdas que me llevan a ser tan penca como persona.

Pero vamos... queda mucho por recorrer, queda mucha esperanza aún...