viernes, 24 de octubre de 2008

Arlin

Otra aburrida fiesta aristócrata en la casa de mi padre... Una más en la que tenía que pasearme entre los invitados sonriendo y saludando a aquellos que mi padre consideraba importantes. Al menos me pareció que era una fiesta más hasta que vi a un hombre distinto entre los muchos "amigos" en la fiesta.
Era un hombre de mediana edad, pálido como la luna y a pesar de eso se veía lleno de energías. Parecía acechar en las sombras del salón, como un gato a la espera del momento adecuado para atacar. Me acerqué a él curiosa por conocer su identidad, más atraída por una fuerza desconocida que por mi propia curiosidad.

- ¿Está usted a gusto, señor? - Le dije mirándole.
- Si, muchas gracias.- Respondió cortésmente, me sonrió (una sonrisa muy extraña si me permiten decirlo)-: ¿Puedo preguntar su nombre, señorita?
- Soy Arlin DeComod.

Hechas las presentaciones correspondientes él y yo continuamos conversando largamente durante la fiesta. A pesar de que él pertenecía claramente a una clase social muy elevada me pareció alguien agradable para conversar, contrario a todos los demás invitados a la fiesta, él si conocía sobre la vida y el mundo.

Casi a la medianoche se hizo un corto silencio entre nosotros. Escuché la música y esperé paciente a que él quisiera seguir conversando. Entonces me preguntó:
- ¿Quisiera acompañarme a mirar las estrellas un momento?
Asentí y le sonreí feliz, adoraba la noche y más aún mirar las estrellas.

Salimos, él caminaba delante de mi y me abrió la puerta del balcón del salón. Escapamos del ruido de la fiesta y de toda la frivolidad que llenaba la estancia. Me acerqué a la orilla del balcón y miré hacia el cielo.
- Son hermosas. - dije embelesada.
- Si, lo son... lástima que durante el día no es posible verlas.- me dijo sin dejar de mirarme. -: A la señorita le gusta la noche ¿o me equivoco?

- Si señor. Es el único momento del día en que puedo pensar claramente.
- Y si te digo que puedo darte las noches para ti desde hoy hasta la eternidad. - Me dijo tratándome de tú como si nos conocieramos desde siempre.
- Diría que él señor haría una promesa imposible.- le respondí alejándome un poco de él, una sombra tenebrosa le cubría y le había hecho cambiar de ser un hombre agradable a uno del cual se debe sentir miedo.
- Yo puedo hacerlo.- Me dijo tomándo mi mano suavemente. Intenté volver a alejarme, pero su mano me sujetaba fuertemente. Lo miré a los ojos y me fue imposible volver a moverme un sólo milimetro.-: Quiero que me acompañes.


Dicho esto me tomó por la cintura y me levantó del piso, sin que pudiera yo hacer nada. Cerré los ojos fuertemente y sentí como el viento rozaba mi piel. No entendía lo que sucedía, sólo supe que estaba en una situación fuera de mi control y que probablemente no volvería a mi casa jamás.

Cuando el viento paró de soplar en mis oídos me atreví a abrir los ojos. Aún estaba en los brazos de ese hombre; él me miraba y en sus ojos había un brillo de maldad que no noté en toda la noche.
- Quiero que seas de mi clan, mereces ser una de las mías. Tu familia no te merece, eres una mujer de clase y no estas apegada a la vida mortal.

- No le comprendo...- le dije con dificultad debido al miedo.
- Lo entenderás pronto.

Acto seguido me dejó sobre el piso frío. Se acercó hasta mi y gentilmente quitó mi pelo que cubría mi cuello.

Luego todo lo que sentí fue dolor, y todo lo que vi fue la oscuridad más allá del cuerpo frío, más frío que el piso, de la criatura que me causaba el dolor. Hasta que la incociencia se hizo presente. No sentí más frío ni dolor ni angustia de ningún tip
o.

Desperté de pronto, estaba asustada. ¿Es que acaso todo había sido un sueño? Llevé mi mano a mi cuello, me dolía pero no tenía nada extraño iba a levantarme cuando noté algo dentro de mi, gritaba furiosamente que me alimentara, tenía ansias de salir y... matar...
Estaba ahí de pie en una habitación grande intentando comprender lo que estaba sintiendo cuando el hombre causante de lo que me estaba pasand
o apareció por la puerta.
- Bienvenida Arlin DeComod, te he engendrado como una hija de Caín y desde hoy serás leal a mi, me obedecerás y aprenderás todo lo que se debe saber sobre nuestra estirpe.

Han sido 219 años desde eso y me atrevo a contarlo al fin. Estoy condenada a ser un vampiro, alimentarme de sangre y vivir para siempre conteniendo a una bestia dentro de mi, una bestia que busca escapar y asesinar a toda persona o criatura viva y no viva que se encuentre cerca de mi.

Busco a ese hombre que exigió mi lealtad luego de maldecirme con la no-vida eterna, ese vampiro que me abandonó al poco tiempo de haberme creado, que no fue capaz de enseñarme ni siquiera la mitad de todo lo que se debe saber sobre la sociedad vampírica. Le busco incansable, porque cuando lo encuentre... cuando lo encuentre sabrá que he aprendido como transformar a un vampiro en una pila de polvo.

1 comentario:

  1. D: Interesante relato... ;) Es creación tuya? Me gustó como comienzo, o sea me dejó con ganas de saber como sigue. =)

    A todo esto, soy Oscar. ;) Esta cuenta es del blog conjunto que tengo con mi polola.

    Un beso niña!

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