Una mirada bastó, luego asomó una sonrisa tímida que al instante mutó en una gran sonrisa abierta y sensual. Nuestras manos chocaron y nos sujetamos la una a la otra entrelazando nuestros dedos. Estaba oscuro y no importó, te gusté y me gustaste, mucho! Me susurraste un "espérame" y luego un beso en la mejilla... aún siento la calidez de esos labios.
Te esperé... pensé que no volverías, porque tardaste demasiado o ¿es que yo soy demasiado impaciente? me di unas vueltas cerca de ahí, esperando encontrarte. Pero no tuve éxito. Iba a darme por vencida cuando te vi un poco más allá. Me miraste y te miré, como tratando de saber si eras tú, como estaba oscuro no podía tener certeza de que eras tú. Me sonreíste y eso disipó todas mis dudas, me acerqué a ti y no dudé ni un segundo en tomar posesión de esos labios que antes habían regalado un pequeño roce a mi mejilla. No te volví a soltar hasta que la noche se hizo mañana y tuve que alejarme de tu lado.
Nunca supe tu nombre, nunca me quisiste decir. Y ahora no me queda más que esperar que el destino que nos juntó esa noche, nos vuelva a reunir, un día cualquiera en la calle, en un parque, en un cine o quizás de vuelta en una noche como esa. La noche de Agosto que marcó un comienzo en una vida más feliz para mí. Porque conocí a una mujer que con una sola sonrisa pudo encender la llama ardiente de mi corazón.
Te lo agradezco preciosa mujer.
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