me encuentro viendo a Los Jaivas en el festival, por un momento conseguí olvidar el show mediático, los premios y todo. La música entra por mis oídos, se da unas vueltas dentro de mi y cambia esos switches que creí desaparecidos.. Resulta que sólo estaban apagados.
¿Qué es eso tan mágico, maravilloso que enciende mi corazón? una melodía conocida, un acorde familiar, una letra mil veces cantada, una canción... más de una canción... música que despierta mi más grande pasión de la vida, esa artista dormida que de vez en cuando me llena con su sensibilidad. Mi corazón late más tranquilo, más cálido y con más fuerza que de costumbre.
Nací para la música, desde pequeña toqué el teclado con mi profesor, hasta que él se fue buscando mejores oportunidades en el sur y entonces abandoné esa pequeña veta musical. Luego, aprendí algo de guitarra, pero era muy pequeña y mi guitarra demasiado grande para mi.
Era tiempo de explorar otras artes. Pero no fue suficiente y tuve que retornar a la música.
Al paso de los años comprobé que mi voz crecía cada día, y un día me atreví a decirle a alguien en el colegio que yo podía cantar bien... no me creyó... humillada callé por otros muchos años.
Entonces le dí una segunda oportunidad a la guitarra. Ella fue mi compañera en el silencio, aprendí muchas cosas experimentando con su sonido y a pesar del tiempo, aún me quedan otras muchísimas más por aprender que lamentablemente no puedo aprender por mi misma.
Pero no fue suficiente por supuesto... Recobré el valor perdido ante la incredulidad de otros a mi talento con la voz. Me integré a un coro primero, tímida, pequeña. Y crecí... llegué a ser solista... y me vieron aquellos que no me creyeron. Callaron ante la evidencia irrefutable.
Alimenté mi alma en ese tiempo hasta que la época de aquello terminó. Callé mi necesidad de música con audífonos, música envasada y uno que otro acorde tocado en mi guitarra. ¡¡¡NO ES SUFICIENTE!!! y quizás cometí un error garrafal... no luchar por tener ese sentimiento maravilloso que la música me proporcionaba. Asumí que debía dejarlo para tomar otro rumbo. Y hoy... luego de tanto tiempo vuelvo a emocionarme, vuelvo a sentirme llena de alimento del alma. Yo quiero esto siempre, todos los días de mi vida pero he errado el camino... ¿será demasiado tarde para enmendarlo?
Me habré equivocado de vocación quizás... tendría que hacer algo para remediarlo... me falta valor, apoyo tal vez... ojalá lo supiera...
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