Y bueno, heme aquí... ditraída al infinito pensando algo profundo, alejado de lo que realmente debería ocupar mi mente en este momento. De aquello que pedí como favor al que pudiera importarle: Si, la memoria... D: maldita investigación. Bueh... aprovechando el momento, será mejor sacarme de encima estos pensamientos. A ver si logro conseguir algo de silencio mental para poder concentrarme.
Pensaba... para cada cosa que hacemos tenemos opciones, posibles decisiones que cambiarán el curso de la vida, de las cosas que hacemos, pensamos, decimos y sentimos. Claro, es simple en teoría.
Cada opción tiene sus pros y sus contras y entre esto debemos hacer una rápida valoración de cada uno para decidir de acuerdo a nuestros valores y creencias, lo que nos convenga más.
Bien, pues estoy en ese momento en que tienes que tomar una decisión, en la que todas las opciones posibles son aterradoras. Hacer o no hacer, acción o innacción, arriesgar o resguardar. Es terrible pensar que ante cualquiera de las dos opciones que estoy considerando el dolor que sentiré será enorme.
Por una parte, tomar el camino sencillo conlleva una conformidad con el estado actual de las cosas es un camino de silencio, de esconder y de olvidarme a mi misma un rato, con el consiguiente riesgo de sufrir D:
Por otro lado, está el camino difícil. La lucha. El jugar con fuego, arriesgarlo todo con la consiguiente consecuencia de ganarlo o perderlo todo.
No se que haré. Lleno mi mente de pensamientos que hacen latir mi corazón más rápido. Que me hacen pensar en ella, que me sacan de mi centro. Que siento la cabeza llena de pájaros, el estómago lleno de mariposas. No es forma de vivir.
Necesito una decisión rápido.
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