miércoles, 13 de octubre de 2010

Un poco de realismo... por favor...

Ok ok... se supone que este es un blog de ficción y aun no he hecho muchas entradas de ficción propiamente tal.

¡¡¡Pero!!! ha habido una cantidad de revuelo alrededor de un tema específico que me he sentido en la obligación de sacarlo de mi sistema... Me refiero al rescate de los 33 mineros que llevan una cantidad considerable de tiempo atrapados en San José.

¿Seguiremos creyendo en el espectáculo montado a partir de una tragedia tan grande como esta? Estas 33 personas se han visto privadas de su libertad por hechos que escapaban a sus acciones y hemos olvidado que ocurrió debido a una negligencia de sus empleadores en términos de seguridad. Como ingeniera en Aviación en formación (prácticamente completa) no puedo dejar pasar la oportunidad de preguntar: si usted supiera que una aerolínea es negligente con sus medidas de seguridad, ¿volaría aún así con ellos?

Veamoslo ahora desde este punto de vista: Los mineros atrapados son gente sencilla, sin muchos recursos económicos en su mayoría y tampoco con una conciencia marcada en seguridad, ya que si hubiesen tenido conciencia probablemente alguien hubiese tomado acción en contra de sus empleadores que dejaban la mina deteriorarse hasta que se llegó a su colapso.

Es realmente triste que tuvieran que luchar por sobrevivir, por llegar al refugio donde se encuentran. Gracias al destino o a Dios (si es que tu lector tienes alguna clase de religión) lograron llegar al refugio y fueron encontrados en un período de tiempo razonable y se ha podido llevar a cabo una operación de rescate que esta noche está dando frutos.

Todo esto está muy bien, es lo mínimo que esperaría después de una catástrofe de esta magnitud.

MI problema viene con la cobertura mediática excesiva sobre el tema.

Estos 33 hombres no sufren solos, sus familias esperan angustiadas el momento en que volverán a encontrarse con sus queridos padres, hermanos, hijos, cónyuges, etc. Ellos esperan ahí, muy cerca a saber en que momento saldrán sus seres queridos de la mina para verlos y abrazarlos después de una separación prolongada. Esta situación requeriría de cierta privacidad, para que estas personas puedan cerrar su duelo al reencontrarse. Pero no la tienen. Su privacidad está en las manos de los medios que los acosan a cada minuto, preguntan cosas que importunan e incomodan a los familiares.

Me pregunto entonces: ¿será realmente necesario tanto acoso? o ¿será que podemos dar un poco de espacio a estas personas para que salgan de una vez por todas de esta situación lamentable? Recordemos por favor que todo esto es producto de negligencia de una empresa en materias de seguridad, esto no es como el terremoto del 27 de febrero puesto que la catástrofe natural no puede ser predicha.

Sumemos a esto el accionar de nuestro presidente, quien se ha encargado de estar en el centro de atención todo el tiempo. Me repugna, aprovechándose de un accidente lamentable para aumentar su popularidad y desviar nuestra atención de otros hechos igual de importantes. Por ejemplo: ¿Qué sucedió con nuestros hermanos mapuches?, ¿Hay alguna solución para ellos?, ¿Que pasa con la delincuencia en el país? (a los ojos del observador común, que se deja influenciar por los medios la delincuencia ha disminuido, pero basta con salir a la calle y mirar con ojo crítico para notar que no es así), ¿Qué pasa con la violencia intrafamiliar?, ¿La tasa de femicidios?, ¿Hay eventos artísticos dignos de mención?, podría seguir por varias líneas enumerando cosas de las que deberíamos estar al tanto.

Mis estimadas y estimados, he manifestado mi indignación. Siéntanse libres de comentar, que yo ya he escrito suficiente.

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